Hay algo de mágico en la típica postal invernal: calles y montañas nevadas; tardes junto a la chimenea con un ponche o un chocolate caliente. Sin embargo, el invierno no es igual en todos sitios. De hecho, quizá donde vivamos no tengamos ni nieve, ni montañas… quizá ni siquiera haga frío. Es por ello que, tal vez, tengamos que viajar para hacernos ese particular regalo navideño. Pero… ¿a dónde exactamente? A continuación, te proponemos algunas ideas para que puedas disfrutar de un invierno de ensueño. Coge tu bufanda y… ¡vamos allá!
El encanto de la alta montaña: los Alpes suizos.
Suiza acapara un porcentaje considerable del turismo de invierno y no es por casualidad. La serie de animación Heidi dio a conocer a toda una generación de niños un mundo mágico. Un mundo de montañas y pueblecitos con encanto que se transforman con la llegada de las nieves. Aquí podrás disfrutar de todo esto. Y, también, de estaciones de esquí de primer nivel, como Zermatt, Verbier o Saas-Fee. De balnearios de lujo como Sankt Moritz. De excursiones guiadas por la nieve. Y de las exquisiteces locales, como los famosos chocolates, las fondue y los quesos.
La inigualable magia de Hallstatt.
Este es uno de los paisajes más impresionantes del invierno europeo. Conformado por un pueblo de típica arquitectura austriaca encaramado a una ladera montañosa y a orillas de un lago. La magia solo está completa tras las primeras nevadas. Puedes tomar el funicular para disfrutar de unas estupendas vistas y explorar una de las minas de sal más antiguas del mundo. O visitar la iglesia de arquitectura gótica, el osario, las Cascadas Waldbachstrub o el mirador 5 Fingers. Ah, y un regalo navideño final: cerca del pueblo, hace tiempo que se descubrió un yacimiento propio de la Cultura de los Campos de Urnas.
Un paraíso de la gastronomía y el esquí: los Pirineos aragoneses.
Los Pirineos aragoneses ofrecen prácticamente todo lo que ofrecen Los Alpes. Salvo que, aquí, seguramente se coma (y se beba) aún mejor. Este es un paisaje de tonos algo más parduzcos y sosegados, depositario de un legado cultural muy rico. El cual podrás conocer si te adentras en alguna de sus numerosas villas y pueblos medievales (Aínsa, Ansó, Tramacastilla de Tena, Broto…). Desde allí podrás emprender numerosas rutas a través de entornos naturales únicos, así como visitar excelentes queserías y bodegas. Si tu pasión es esquiar, puedes hacerlo en las estaciones de Candanchú, Astún, Cerler o Valdelinares.
Tardes de patinaje y compras en la Gran Manzana.
Otra de las típicas estampas invernales que casi todos tenemos en mente. En esta ocasión, puramente urbana. Ve a patinar en las famosas pistas del Rockefeller Center o Bryant Park. Pasea por un Central Park cubierto por una densa alfombra de nieve. O recorre las principales avenidas de Manhattan para disfrutar de la apabullante decoración navideña. Y aprovecha para comprar tu regalo navideño (algunas de las tiendas más exclusivas del mundo se encuentran aquí).